Pequeños hábitos, grandes transformaciones

A veces pensamos que transformar la dinámica de trabajo de nuestra organización requiere de una fuerte inversión en equipo o software; o peor aún,  que necesitamos depurar la plantilla laboral. No, la cosa es menos complicada de lo que parece pero exige de mayor tenacidad. El fin de semana leía un interesante artículo de coaching que hablaba de la importancia de fomentar la construcción de hábitos en la empresa como la única manera para lograr su transformación.

Un hábito, para efectos prácticos, es una rutina que no nos cuestionamos, ni entramos en conflicto para decidir si lo hacemos o no. Simplemente forma parte de todo lo que hacemos y en automático se realiza. En ese sentido, pocas veces prestamos atención al esfuerzo que requieren o a la motivación con que se detonan.

Apostar por la formación de hábitos es una inversión que reditúa en grandes beneficios, los personales seguramente nos proveerán de una mejor calidad de vida; los profesionales, siempre contribuyen a la productividad de los equipos y a fortalecer el liderazgo de quienes están al frente.

El autor argumentaba que en un ambiente donde existe una división de funciones, y responsables de cada proceso es posible que la disciplina se convierta en el medio para transformar la conducta del equipo y propiciar la formación de hábitos profesionales que colaboren con el cumplimiento de objetivos y la cohesión de una estructura de alto rendimiento.

Pensar en planificar estratégicamente por trimestre, informar semanalmente sobre los avances en las tareas, fomentar la retroalimentación, verbalizar la valía y potencial de cada miembro del equipo, tener una política de comunicación total y apertura para que cualquiera pueda preguntar, son solo algunos de los hábitos que generan grandes transformaciones en las dinámicas de trabajo y aportan productividad.

El artículo plantea que proponerse una transformación de este tipo es un buen aliciente para que el líder de a la gente a su cargo una inyección de motivación y entusiasmo. Desarrollar hábitos en la empresa trae consigo la toma de decisiones, asertividad y habilidades de dirección y motivación que además pulirán las dotes de buen líder.

Sí, sí queremos equipos productivos porque son sinónimo de trabajo con dirección, de optimización de tiempo y recursos. Son equipos motivados que logran romper la inercia de los procesos establecidos y se motivan para innovar.

No importa si se trata de una planta de producción, una consultoría o una empresa de servicios; no importa si tenemos 5, 20 o más de 100 empleados, los hábitos productivos dentro y fuera del trabajo son el pilar para alcanzar objetivos personales y colectivos. Son también un motivo para que los colaboradores trabajen con eficiencia, eficacia y buena administración del tiempo y, al mismo tiempo experimenten logros personales, tengan mayor calidad de vida y menor riesgo de sufrir estrés.

 

Alfredo Bazúa Witte/ Notario 230 de la Ciudad de México